Cuando aceptamos a Cristo y nos presentamos ante la sociedad como cristianos podemos sufrir persecusión, el enemigo siempre va a buscar métodos para hacernos desfallecer, vivimos en medio de una guerra que no es físicia sino espiritual, pero que se materializa mediante personas.
Somos escogidos, no merecedores. A veces, como creyentes pasamos pruebas en nuestra mente, llegan pensamientos que traen inseguridades, pero nuestra seguridad está en que hemos sido predestinados a ser hijos de Dios antes de la fundación del mundo.
Dios no nos da un mapa, pero nos enseña a obedecer y depender de Él, nuestra obediencia no puede ser parcial, el Señor anhela que vivamos por fe y no por vista.
En los momentos de dificultad y dolor se descubren los verdaderos vacios del corazón. Ningún amor se puede comparar al amor de Dios que lo entrego todo por ti. Necesitamos entender qué es el amor.